martes, 6 de diciembre de 2011

Reflexiones sobre un desalojo

Al final fueron dos mil personas las que se concentraron en la Puerta del Sol para protestar por el desalojo del Hotel Madrid. Y locas por incordiar. Por un lado, se me hacen pocas. El movimiento 15M debe aprender de los errores y no eludir responsabilidades ante este tipo de acciones. Si el común de los mortales hubiese conocido los objetivos del proyecto y la calidad humana del grupo que lo inició, igual otro gallo hubiese cantado. Sin embargo, no debe ser fácil contrarrestar  la influencia brutal de los medios de comunicación en la sociedad actual. No son pocos los que, desde el primer día de la liberación del espacio, se han encargado de amplificar los problemas que había en Hotel Madrid -que sin duda los había- hasta lograr que personas al borde del umbral de la pobreza acaben jaleando a la policía para que no escatimen esfuerzos en lo que a genocidio perriflaútico se refiere. Ignoran que mañana pueden ser ellos los que se encuentren en la calle. Estos dos factores, sin obviar un tercero relativo al carácter inclusivo del propio movimiento, son los que han determinado la magnitud de la protesta.

No obstante, podemos hacer otras lecturas. Si el asunto se valora con un enfoque más optimista, podemos considerar que la liberación del Hotel Madrid ha servido para lanzar el mensaje de que no basta con quedarse sentado en la calle, sino que resulta básico comprender la necesidad de pasar a la acción cuando lidiamos con leyes que no respetan la justicia social. Además, no olvidemos que el motivo de la protesta era, nada más y nada menos, que el desalojo de una casa okupa. Meses atrás esto hubiese sido impensable. Ayer no sólo salió gente a la calle, sino que ocupo espacio de informativos y portadas de periódico. Algo es algo, dijo un calvo.

La experiencia Hotel Madrid, que no ha llegado a dos meses, ha sido un tipo más de desobediencia civil. Una forma más de decir a las autoridades que si ellas no actúan contra los problemas, puede que haya gente que asuma esa responsabilidad, y no sólo eso. Puede que algunas empiecen a dejar de lado a Papá Estado, para flirtear con Juan Palomo. Pueden que algunas empiecen a ver en la asunción de esa responsabilidad el arma con que atacar al sistema en el que andamos metidos.

La asimilación de principios como el de autogestión por parte de un amplio sector del movimiento, demuestra la consolidación de una forma de entender el 15-M que no estaba tan clara en mayo, por muchas acampadas que se hicieran. Entonces el concepto inclusivo estaba mucho mas en boga. El movimiento, para bien o para mal, se ha radicalizado desde los acontecimientos de agosto, y especialmente a partir del 15-O. Lo que más importa ya no es el grado de apoyo social, sino la justicia de los argumentos. Y al que no le guste, que no mire.

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